miércoles, 21 de diciembre de 2016

Invitación


Cuando pensemos en alguien que sufre
enviemos, a ella o a él, amor limpio.
Asegurémonos de retirarle,
con delicadeza,
las trazas radioactivas de la tristeza.

Sabemos, esto puede ser algo más o menos complicado.
Es necesario prepararnos:
dejar de pensar y conectarnos con nosotros mismos
unos minutos antes de hacerlo.

Quizás, pueden pasar varios días antes de “desintoxicarnos”.
El miedo nos fue inoculado en medio de las guerras frías.

Demos al otro algo incalculable,
ese descubrimiento valioso y amoroso que habita dentro.

Una dosis de amor, serenidad y confianza
sana más rápido que un costoso medicamento
y nutre el alma.

Unámonos a eso divino,
eso que aún nos tiene aquí,
tal vez, sea tan sencillo como eso...

¿Y si somos cientos o miles haciéndolo?...
Aprenderíamos sobre el arte de amar
en medio de los torbellinos.


jueves, 15 de diciembre de 2016

La navegación hacia dentro. El arte del movimiento


Navegar hacía dentro es un arte en movimiento.
No solo navegamos despiertos:
quizás, las más inolvidables navegaciones 
las hemos realizado en sueños.

Navegar es una manera de enfrentar la alta mar de los días.
De armarnos de coraje y de fuerza para librar cada batalla,
esas que nos llevan a enfrentar las más cruentas olas.

Escribir es una navegación, una que lleva, inexorablemente,
a entrar dentro de sí.

Hoy, con cariño, les comparto el Chapter trailer del capítulo II de mi novela
"El navegante y la pescadora. Viajes, imágenes y sueños transcritos a través de una pluma".

Es mi más sentido homenaje a cada uno de vosotros, navegantes.
A aquellos que han trascendido mil mares para llegar al puerto de sí mismos.

Te invito a entrar a este preludio en estas fechas de nacimiento
cuando se acerca la navidad.

Un abrazo lleno de luces, sol, nieve, agua, sal y mar.




sábado, 10 de diciembre de 2016

Sin envolturas


Fotografia y diseño de Maria Amez Navarro
Los mejores regalos son aquellos que preparamos sin envolturas.
Aquellos que creamos con esos talentos que nacen y fluyen desde nuestro interior.

Nos regalamos...
Cuando nos abrimos de par en par,
sin esperar, solo damos.

La incertidumbre de la entrega diaria
es el camino que conduce a todas las rutas.
Lo extraordinario ocurre en el momento exacto de la plenitud absoluta.
Es en esa armonía, cuando menos lo esperas, que descubres pendes de un hilo.
Uno solo, delicado, ese que te une a este perfecto instante:
el que te corresponde vivir.

Recuerda, el vértigo es la fuerza

que afianza la profundidad de tus huellas.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

A la luz de una plántula


Se rompe la dormancia de siglos, años o días
¡Germinas!
De pronto, la sequía se desvanece
en medio de esa lluvia sacra 
que no percibias.

Circula una nueva sangre,
las células se multiplican.
Nos hacemos tallo cubierto de finos cilios,
un entramado de numerosas raicillas.
Abrimos bajo el sol nuestras dos primeras hojas,
brotan letras, inspiración, alegría.
La pasión crece en su particular simetría.
Llega cargada de verdor y humedad.


Somos similares a esa tierna criatura de células vegetales
con raicillas diminutas que se entierran.
Somos ese  tallo que se yergue 
y sostiene nuestra impoluta belleza natural.

Crece hacia arriba y hacia dentro.
Ni una hoja, ni un fruto 
será posible
si no se entierra primero con fuerza 
ese primordio de tu radícula.


Encendamos nuestras velitas
A la luz de una milagrosa plantulita...
Agradezcamos a la vida,
A lo divino
Cada semilla que revienta
y nos alimenta.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Avanza



Los pies unidos avanzan;
son diminutos remos en el agua.

Extraños peces largos y gordinflones
unidos a un cuerpo y a un corazón.

Son garras que se aferran al trepar descalzos una montaña.
Siguen la ruta señalada por el cerebro,
por esa constelación de sus saberes 
y la intuición contemplativa de nuestras proyecciones.

Algunos pasos siguen la voz genuina, esa que susurra desde dentro:

el andar es un reflejo

ese que murmulla desde el centro,
las más profundas de nuestras convicciones.

Cuando no es posible hacerlo,
cuando, por alguna razón, 
no cuentan con el movimiento...
No se acallan;
siguen marcando el paso de nuestros más fervientes deseos.

Todo es realizable si solo se despierta...
con los pies o sin ellos, 
pero reconociendo por alguna razón,
una misteriosa razón...
Estos siguen latiendo:
deambulamos con estos, incluso, en nuestros sueños.

Son una prolongación de nuestros ancestros físicos o etéreos.



viernes, 4 de noviembre de 2016

El reconocimiento: la clorofila de lo esencial




El reconocimiento no mora en los cuatro listones que penden de un clavo:
es un pigmento líquido que fluye del centro de todo lo inerte, de todo lo vivo.
No habita en la corteza tatuada con un nombre o un título:
su nicho se refugia no solo en las palabras.

Su lucidez no se emite en el tono asertivo de una voz.
Se observa en las gargantas claras y transparentes de silencios.

En tus pupilas, que, con solo mirarlas lo dicen todo.

No es un conjunto de “me gustas” punzantes en el alarido de los medios.

Es un solo “te quiero” que nace del corazón en un latido.

Re – conocer –se es un acto valiente, un aullido mudo en solitario.
Ese que se emite tan cerca y tan lejos de ese habitual rincón tranquilo donde moramos.
Brota de esos canales de tu sangre: se evapora de tus venas.


Eres más que tu esencia roja: Eres dulce y eres sal.
Hoy saboreas tu propia clorofila: La clorofila de lo esencial.

sábado, 22 de octubre de 2016

Las pieles de ébano




Todo escrito tuvo un comienzo,
aquello que dio origen a las palabras.

Algunos textos surgen desde los conocimientos aprendidos durante largos años,
otros, desde el sentimiento, desde las células de la emoción 
en esa conmoción interior que surge al navegar hacia dentro.

De pronto, sin darnos cuenta, 
nos encontramos en medio de la aventura más grande de todos los tiempos de nuestro ser. 
Poco a poco, reconocemos lo real, lo vital, y descubrimos algo indescriptible que creíamos perdido.

Cuando se encuentra esa ruta surge la pasión 
y es imposible no levantar el espíritu,
dirigirse hacia ello.

De repente, el suceso no da espera y, 
como la campanilla de un reloj de arena, 
el deseo te despierta y descubres eres tú.

Así nació:

“El navegante y la pescadora. Viajes, imágenes y sueños transcritos a través de una pluma”. 


Surgió desde la contemplación de fotografías que, sin saber el resultado, Mauricio Contreras Nossa me permitió indagar.

Lo que en su inicio fue solo una descripción inspirada desde aquellas imágenes, 
poco a poco, se fue transformando en una novela.

África fue el comienzo de ese primer capítulo.
Allí, desde la Amazonia y otros rincones del planeta, cada personaje del libro encontraron su nicho:
todos fueron convocados por el fuego.
De repente, escribía entre cantos, risas, rostros de tantos pequeños que nunca conocí pero que, inexplicablemente, sentí. 
Naturalmente, ellos comenzaron a habitar en mis palabras.
Rodaba la pluma y sin dar espera esta comenzó a volar;
Desde arriba y desde adentro, me indicaba el transcurso de cada frase, de cada letra.


Escribir es una manera de reconocerse a sí mismo y, a su vez, de reconocer a los otros;
incluso, sin tener jamás, alguna relación directa con alguno de ellos.

Con esa pasión y a fuego lento nació este primer Capítulo: “Las pieles de ébano”.

Te invito a sentarte muy cerca de la hoguera de este nacimiento a través de la magia que puede contener los trailers.






domingo, 9 de octubre de 2016

¿Cómo unir las dos riberas de un río?

Eso el río jamás se lo pregunta.
Él es camino
y, a su vez, un conjunto de rutas.

Es artería que oxigena;
vena que reúne;
vaso que se entierra.

Es tan complejo y sencillo el origen de su naturaleza.

Las rocas a su paso le dan tres vueltas
y entre los dos conforman torbellinos que sonríen:
cada sustrato acelera o detiene su paso.

Su cauce no se detiene por la emisión de conceptos o palabras.

El río lee los astros y disuelve las diferencias.
Con amor su cauce ha reunido cuerpos sumergidos en las más cruentas guerras;
uno a uno los ha diluido en su camino
desde el origen de sus aguas.

Ha sido su lecho el canal directo de muchos hacia cielo.

El río no juzga a sus hijos cargados de desechos:
aunque, tiene memoria, cada gota conserva solo lo esencial.

En su transito disuelve la ignorancia.
Su canto es levedad;
conexión con esa inocencia que salva.

El río, en esencia, es paz.


jueves, 29 de septiembre de 2016

Las células del alma



Las células del alma tienen párpados;
estos se abren y se cierran,
pestañean bajo el brillo de la luna;
se abren y revientan cual crisálidas 
bajo el esplendor del sol. 

En su metamorfosis navegan en la canoa de los pensamientos, 
sean de calma o de tormenta.

Son mensajeras: 
traen entre su pico
el vaivén de los recuerdos;
noticias de antiguos viajeros.

En su memoria 
guardan historias transcritas 
en el misterioso brillo de los ojos;
pasos transeúntes presentes en cada uno de nuestros despertares.

Aquellas células tienen vida propia; 
son perfectas criaturas,
moran en cada rincón de nuestros suspiros: 
dialogan con la música de las entrañas.

Ellas nos narran cuentos de otras épocas pasadas
cuando los huesos que transitaban no eran estos, 
ni los tejidos de este cuerpo.

Épocas donde, 
en medio de la oscuridad, 
brillaban en la placidez del ser.

Mis células saludan a tus células.

Algún día todas, 
las tuyas y las mías, 
volverán a esa matriz del universo.

Habitarán libres con cientos de billones de ellas.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Las emociones: entes no palpables. El miedo


El milagro de la caída
El miedo no se puede diseccionar con finas agujas.

Es una emoción sin tejidos.

Logra anidar allí, en los rincones impalpables de nuestro ser.

No cabe en ningún recipiente. 

No se congela, precipita o evapora, con facilidad.

No existe una escala física que pueda medir su extensión real.

Circula, sin ser un gas, en la atmósfera de nuestros días.

Es un ente que deambula entre la polución.

No es un metal como el mercurio; sin embargo, es altamente tóxico.

Es una “sustancia” que pareciese se reprodujese por generación espontánea.


Tiene la capacidad de endurecer la membrana del corazón.

No se corta: su dureza es superior a la de los diamantes.

No posee un núcleo definido, ni una membrana clara o una pared celular; no obstante, detiene el movimiento natural.

No es considerado ni un virus, ni una bacteria.

No se contagia al respirar; no obstante, se siente en el aire.

En ocasiones, detiene el caer de las gotas de la alegría; paraliza cualquier fluido artístico y natural. 

No es un tipo de lenguaje; sin embargo, es transmitido a través de acciones o palabras.

Al vivir con el durante décadas, nos volvemos adictos a la droga de la rutina, a lo “seguro”.


Así, lentamente, este remplaza la sangre de nuestras venas.
Nos convertimos en sobrevivientes. 
Perdemos la pasión habitante en nuestras pupilas.

Nos llenamos de ansiedad y de ese terror a “fracasar”, una vez más. Vivimos postergando... 


Quizás mañana, cuando me sienta más seguro, encontraré el tiempo de hacer lo que realmente quiero...

Entonces, un día, milagrosamente, ocurren hechos nunca imaginados. Por fin encontramos ese tiempo que siempre había estado ahí. 

Así, en éxtasis, nos lanzamos a esa locura que conlleva el riesgo de ser nosotros mismos.

Ahora, la pregunta es: ¿Y si me queda gustando?...


Siempre existen los riesgos, mas, el único peligro es no encontrar otra salida que entregarnos totalmente a la pasión de existir, a navegar hacia dentro... Volver al comienzo.

¿Cuál es ese, nuestro mayor miedo? 

viernes, 9 de septiembre de 2016

Sobre ese arte de ser uno mismo...






Ser uno mismo es un arte complejo, quizás el mayor de todos.

Ser uno mismo requiere valentía, no requiere reconocimiento.

Ser uno mismo es de fino tacto: de hábiles relojeros.

Ser uno mismo es casi silenciar por completo los ruidos que durante años fueron aprendidos.

Ser uno mismo no es solo de locos, extravagantes o estrafalarios: es de gente con amoroso y profundo corazón.


Es ese arte del ser, sin esperar nada diferente a lo que uno mismo pueda dar.

Ser una escritora no es algo nuevo, solo que temía reconocerlo: soy una hilandera de sentires, de esos que surgen desde la naturaleza.

Me he dejado llevar y poseer por ese deseo incontenible de ser;
por esa imperiosa necesidad de entregar aquello que revienta, cual semilla, dentro de mí.

Lo intangible que brota de todo.

Escribir es lo más sincero que he hecho, el momento más intimo en el cual me he entregado.

Una vez que se decide ser uno mismo no hay paso atrás, no hay excusas de profesión, situación o edad.

Ahora, me lanzo al laberinto del ser yo misma. Al precipicio que otorga el vértigo.

Bienvenidos a cada uno de los momentos de dar... Si lo deseas me puedes contar, ¿que significa para ti el arte de ser uno mismo?...