En el canal se desangró,
entregó todo,
eso que, dentro sí,
vibraba:
el agua.
Rugió, resbaló,
se dio sin medida:
fue verdad,
en frases de corrientes.
Fue benevolencia
a la luz
de una transparencia
sin cauce.
Fue tolerancia,
ante el ataque salvaje
del homínido inconsciente.
No obstante nos dio
y sigue brindado su sangre.
Abre sus venas
sin medir las consecuencias.
Puro nace,
no compite con los otros,
eso se lo deja a los fatuos,
a los mendigos del alma.
No actúa,
no sabe de máscaras,
ni de la volátil ilusión.
Es eterno,
sabe nunca perecerá
a pesar de nuestros intentos.
Por el contrario
Dará, y cada vez más,
aunque no nos percatemos.
Celebra amor,
en cada momento,
Late en ti
y en mí.
Habita en el sacro instante
que lo contemplamos.