Su cola de arroyo
se enreda con el naranja de sus hojas.
Estas se adhieren a su piel,
tatúan su cuerpo.
Punto a punto,
se desprende su forma,
Muda, exponencialmente...
¡Crece!, hasta alcanzar
su grácil y aerodinámica figura.
Es hojarasca viva en movimiento.
Lagartija ligera,
celestial imagen
que se eleva
en la magia que le prodiga
el elemento del viento.
Sus almohadillas húmedas
la adhieren a cada pecíolo.
Mientras, mis ojos la recorren
y su inocencia me lleva al cielo.
Cada milímetro de su cuerpo
es ladera en elevación...
(Fragmento de Anolis: en crecimiento como ella...)