Todo corazón puede ser
el espacio de un territorio,
uno que nos puede llevar
una vida recorrerlo
o quizás más.
Es camino sacro
aún, bordeado de espinas,
que a su paso
punza y retira
gotas de sangre.
Es santidad de Rita,
en rosas.
Misterio de aromas,
perfumes divinos.
Es sinónimo de encuentro
a lo largo de los siglos.
En la sacralidad de vivir,
habitar en sí mismos.
Descubrir el verdadero ritmo
del canto de un cauce rojo,
que, entre rocas,
o envuelto de limos
ha llegado al mar
a verter su contenido
para de nuevo
volver a nacer.
Quien arriesga su vida
y navega en su corazón,
no pierde el tiempo:
trasiega en sí mismo
e irremediablemente descubre
el misterio de estar aquí,
ahora mismo.