Nació,
umbilical, pálida
de ojos bruñidos.
Abandonó,
refugios ocultos
sin rayos de luz.
Soltó,
liberó,
sus pasos de siglos.
Hiló,
sencillos tejidos
caminos livianos.
¡Valiente!
Creyó.
Abrió
sus baúles.
Extrajo
de sí
anhelos eternos.
Gestó…
Sus hijos, deseos,
nacieron de sí.
Bebieron, del agua,
su alma de viento.
Crecieron,
sin prisa,
espíritus alud.
Así, convergieron,
sin pausa y con tiempo.
Voraces, sutiles:
sagrados milagros.