domingo, 26 de julio de 2020

Conversar en silencio con Dios

Los ángeles pueden volar
porque se toman a sí mismos a la ligera
 [Gilbert Keith Cherstenton (1874-1936)].

Ayer desperté en la madrugada con ese deseo de dialogar con Dios. No quería pensar, estoy tan cansada de ello, de leer cifras, mentiras, verdades, calamidades, cansada de preocuparme y de perder la vida, los instantes, en medio de los pensamientos, casi todos innecesarios. 

Esta vez decidí conversar con él. Con el creador de todo. “YO SOY” dice la tarjeta de presentación de mi novio Miguel, y fue gracias a ella que un ángel, llamado Olga, me contactó hace un par de semanas: ella había encontrado mi bolso con mis documentos que en la mañana de ese día yo había dejado en un taxi, por andar distraída, ocupada con mis pensamientos.

Recuerdo ahora lo sucedido… De repente, uno de ellos me susurra esta frase: “Los ángeles pueden volar porque se toman a sí mismos a la ligera”. Dios habita en los milagros, en la ausencia de pensamientos “Todo es un milagro”. En silencio, me lo mostró Dios, y me llevó esa madrugada a un lugar, me mostró unas personas en un autobús, todos iban discutiendo “¿Por qué pelean?,” pensé. Justo en ese instante pasaban dos adultos mayores. El bus casi roza al mayor, un abuelo que iba apoyándose con su caminador y, a su lado, su esposa. Fue perfecto, ellos no se inmutaron, continuaron tan tranquilos caminando, a su ritmo, despacio, mientras la gente dentro del vehículo gritaba angustiada: se preocupaba. 

La mayoría estaba tan asustada que se perdió el milagro que estaba sucediendo. "¿Ves? Nada les pasó. ¡Confía! ¿Crees en los milagros?", me preguntó Dios, era tan evidente, me estaba volviendo ciega frente a la belleza, estaba desconfiando de la matemática divina de la vida por estar obsesionada con las preocupaciones.
“Ve mas allá de tus miedos”, me dice Miguel en los momentos en los cuales estoy aterrorizada, es entonces cuando más los siento. 
“Suelta, simplemente, suelta, así aprenderás a contemplar y a no perderte cada milagro”. Eso surgió en aquel momento que decidí, por fin, dialogar con Dios.
¡Gracias!