Al medio día me detuve a contemplar el cielo, estaba pleno de nubes. Sutilmente, apareció un ser azul de vestidura medieval. Era hijo de un rayo de sol que, sin pensarlo, había penetrado con su calor y ternura los senos condensados de un copo de agua.
Ambos procrearon con su magia pequeños claros,
se reunieron y desembocaron en un espacio hasta dar origen a un corazón
-Un corazón se está formando en el cielo.
Pensé.
-¡Sigue el regalo del amor!
Dijo el cielo.
-No te pierdas este instante.