lunes, 19 de septiembre de 2016

Las emociones: entes no palpables. El miedo


El milagro de la caída
El miedo no se puede diseccionar con finas agujas.

Es una emoción sin tejidos.

Logra anidar allí, en los rincones impalpables de nuestro ser.

No cabe en ningún recipiente. 

No se congela, precipita o evapora, con facilidad.

No existe una escala física que pueda medir su extensión real.

Circula, sin ser un gas, en la atmósfera de nuestros días.

Es un ente que deambula entre la polución.

No es un metal como el mercurio; sin embargo, es altamente tóxico.

Es una “sustancia” que pareciese se reprodujese por generación espontánea.


Tiene la capacidad de endurecer la membrana del corazón.

No se corta: su dureza es superior a la de los diamantes.

No posee un núcleo definido, ni una membrana clara o una pared celular; no obstante, detiene el movimiento natural.

No es considerado ni un virus, ni una bacteria.

No se contagia al respirar; no obstante, se siente en el aire.

En ocasiones, detiene el caer de las gotas de la alegría; paraliza cualquier fluido artístico y natural. 

No es un tipo de lenguaje; sin embargo, es transmitido a través de acciones o palabras.

Al vivir con el durante décadas, nos volvemos adictos a la droga de la rutina, a lo “seguro”.


Así, lentamente, este remplaza la sangre de nuestras venas.
Nos convertimos en sobrevivientes. 
Perdemos la pasión habitante en nuestras pupilas.

Nos llenamos de ansiedad y de ese terror a “fracasar”, una vez más. Vivimos postergando... 


Quizás mañana, cuando me sienta más seguro, encontraré el tiempo de hacer lo que realmente quiero...

Entonces, un día, milagrosamente, ocurren hechos nunca imaginados. Por fin encontramos ese tiempo que siempre había estado ahí. 

Así, en éxtasis, nos lanzamos a esa locura que conlleva el riesgo de ser nosotros mismos.

Ahora, la pregunta es: ¿Y si me queda gustando?...


Siempre existen los riesgos, mas, el único peligro es no encontrar otra salida que entregarnos totalmente a la pasión de existir, a navegar hacia dentro... Volver al comienzo.

¿Cuál es ese, nuestro mayor miedo? 

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