Se rompe la dormancia de siglos, años o días
¡Germinas!
De pronto, la sequía se desvanece
en medio de esa lluvia sacra
que no percibias.
Circula una nueva sangre,
las células se multiplican.
Nos hacemos tallo cubierto de finos cilios,
un entramado de numerosas raicillas.
Abrimos bajo el sol nuestras dos primeras hojas,
brotan letras, inspiración, alegría.
La pasión crece en su particular simetría.
Llega cargada de verdor y humedad.
Somos similares a esa tierna criatura de células vegetales
con raicillas diminutas que se entierran.
Somos ese tallo que se yergue
y sostiene nuestra impoluta belleza natural.
Crece hacia arriba y hacia dentro.
Ni una hoja, ni un fruto
será posible
si no se entierra primero con fuerza
ese primordio de tu radícula.
Encendamos nuestras velitas
A la luz de una milagrosa plantulita...
Agradezcamos a la vida,
A lo divino
Cada semilla que revienta
y nos alimenta.
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