Al ingresar en mí,
descubro mi abdomen
mullido de sentires.
El tórax suspendido en el viento.
Mi interior poco a poco levita,
no se detiene.
Es peregrino entusiasta
de corazón alegre,
rumbo a su propia misión.
De pronto mi coloración cambia,
adquiere el color del sol.
La naturaleza refleja
mis tejidos córneos,
los segmentos húmedos,
fluidos, cristalinos,
mi sabor salino,
mi plasma en ebullición
y creativo.
Entonces, en el continuo
roce de las hojas,
mi lenguaje danza,
se sacude y pronuncia…
"Yo, amor".
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