domingo, 26 de febrero de 2017

Cuando nos conectamos


Cuando nos conectamos 
unos segundos con el amor,
de repente, desaparecen los juicios,
los temores y las condiciones.


De pronto amamos sin esperar;
soltamos las ataduras.
Trasegamos esa ruta,
una donde, inevitablemente, nos amamos. 

Al amar a ese universo interno;
de pronto, este se hace grande, 
inabarcable.

Como una onda que se expande
en ese pozo oscuro,
negro y profundo;
donde, en el centro yace
y emerge una luz.


Esa, que es invisible a los ojos;
pero, que es, del tamaño de una estrella, 
de una galaxia entera.

Entonces, se aprende a desear
solo lo mejor sin esperar.
Se desprende, con cuidado,
el tejido circular del apego.

Todo se agradece 
cada instante compartido,
cada momento escrito,
cada instante que ya fue.
Pero, que si fue con amor
siempre vuelve.

Sentimos, ahora, 
fluye limpio;
ese, nuestro líquido sentir.
Esa conexión con todo 
hasta con nosotros mismos.


Lo turbio se decanta.
Los anhelos e ilusiones reverdecen
La clorofila de lo esencial se enciende.

Aprendemos a fotosintetizar, 
con paciencia,
nuestras emociones.
Y, así, los labios laten,
como el corazón;
y se expanden, 
en sístole y diástole.

Dan origen a unas letras más felices.

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