domingo, 1 de octubre de 2017
La flor del cielo: Udumbara
Nació luego de 3000 años.
Se arriesgó a florecer
a sabiendas que, quizás,
el mundo no la comprendería:
ni su ternura añeja,
ni sus pétalos de años
ni su estremecedora transparencia.
Pasaría inadvertida para todos
menos para los ojos
que la aprendieran a ver.
Floreció sin mucho aroma
casi imperceptible para los pájaros,
solo comprendida por los insectos,
escarabajos, hormigas.
Hiló en la memoria
de los extintos dinosaurios,
de las pacientes tortugas.
No era de curvas selectas
ni de líneas perfectas,
no sedujo a muchos:
solo a los seres cósmicos
que reconocían en ella
su minúscula presencia:
esa frágil belleza.
Sería, para algunos, flor de un día;
para otros, una:
la siempre viva.
Adornaría, con delicadeza,
el eterno entorno
de ser flor,
esa flor femenina.
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